Apegos, violencias, cuerpos, pulmones: escritura geológica y des-sedimentación en las escritoras latinoamericanas
Vega Sánchez-Aparicio - España
Sostiene Jussi Parikka, en Una geología de los medios (2015), que la materialidad tecnológica no solo deviene en procesos abstractos e intangibles, sino que los medios poseen un peso físico y están arraigados al suelo del que parten y al que ingresan sus componentes. Así entendido, y partiendo de la escritura como una tecnología, esta debe pensarse más allá de su dimensión ontológica, para abarcar las operaciones materiales y elementos humanos y no humanos que comprende y, además, los territorios en los que interviene. Las obras Autobiografía del algodón (2020), de Cristina Rivera Garza, y La compañía (2019), de Verónica Gerber Bicecci, cercanas a las ideas de Donna Haraway (2019) y Anna Tsing (2015), asumen una escritura geológica (Rivera Garza [2019]), consciente de relaciones de parentesco y co-pertenencia entre los elementos —y especies— que la conforman, y dan cuenta de las dinámicas que el capital ha ejercido sobre ciertos espacios naturales con motivo de los proyectos modernizadores de la primera mitad del siglo XX en América Latina. En esta ponencia, partiré de estas escrituras geológicas en cuyos procesos se origina un cuestionamiento de las relaciones con los cuerpos, con los seres humanos y no humanos y con los lenguajes. Así, me acercaré a la yuxtaposición discursiva, a la textovisualidad, a la reescritura o a la ficción especulativa en ambos trabajos, para presentar su potencial de des-sedimentación, que deja a la vista las prácticas y estructuras de dominio y violencia determinantes para el territorio y sus integrantes.
Cultura masculina y cuerpo policial en Los héroes tienen sueño, de Rafael Menjívar Ochoa
Miroslava Arely Rosales Vásquez - Alemania
Retomando los aportes de Segato, Higate, Messerschmidt, Kimmel y Connell, me interesa explorar en la novela Los héroes tienen sueño (1998), del salvadoreño Rafael Menjívar Ochoa (1959-2011), una de las figuras literarias más influyentes en la llamada «posguerra» de dicho país, cómo se construye una cultura masculina enmarcada en un cuerpo policial, un cuerpo paraestatal de México, un Estado vigilante y represivo en el cual la ley es impuesta por el crimen. A partir del análisis, se entiende que en este tipo de cultura se aprende a padecer el dolor, el abandono, el abuso y también a ejercer la crueldad sobre los cuerpos (feminizados) de los otros. Las prácticas de violencia extrema son posibles y necesarias, puesto que es la única forma de imponer un orden y acceder a ciertos privilegios (dinero, carros, una posición dentro de la corporación). En esta particular identidad masculina, los lazos afectivos responden a lógicas más prácticas y se vuelven vulnerables al devenir del contexto. Por lo tanto, la contradicción es permanente (el afecto y el matar pueden cohabitar en el mismo personaje), como cuando se describe al Perro: «era capaz de limpiarse los dientes con las uñas del que acababa de matar y preocuparse por las notas de sus hijos y por el dolor de muelas de su mujer (o las anginas o los callos o lo que fuera; a la señora le gustaba enfermarse) » (Menjívar 33). Asimismo, las armas son bienes que definen las identidades al interior. Este libro resulta significativo, y adelantado a su tiempo, para la comprensión de la configuración de género dentro de una célula paraestatal en el contexto mexicano. Nos invita a pensar las relaciones entre género, crimen y Estado.
Leer la crisis en algunos poemas de Fernanda Laguna
Julieta Belén Novelli - Argentina
La ponencia propone leer algunos poemas de la poeta argentina Fernanda Laguna (1972) con el fin de explorar las posibilidades de representar la violencia y la crisis propia del contexto político y económico del país a fines de los noventa y principios de los dos mil. La crisis y la precariedad aparecen en los poemas, por un lado, en movimientos de devaluación de la palabra, en lo que la crítica llamó «pobreza léxica» (Siganevich, 2018) o «poesía devaluada» (Dobry, 2007). Por otro lado, ingresan al poema paisajes urbanos, sujetos y prácticas atravesados por la precariedad, la violencia capitalista y patriarcal. De modo que las producciones de Laguna configuran en la precariedad y la urgencia un espacio de resistencia hacia el capitalismo y el neoliberalismo.
Locura y violencia en la obra de teatro Los más solos (2011) del Teatro del Azoro
Geannini Ruiz Ulloa (geaninniruiz@gmail.com) - Costa Rica
El tema de la violencia sigue siendo clave para comprender la historia de la región centroamericana en la actualidad. Desde las artes y, en especial, en el teatro se han desarrollado estrategias para la composición de obras y textos que no solo toquen el tema de una violencia social específica, sino que plantean una crítica hacia la violencia estructural de las sociedades centroamericanas desde espacios públicos a espacios privados. En el presente trabajo, se representa la situación de los enfermos mentales y su abandono por parte de la sociedad en un hospital psiquiátrico. Los pacientes recuerdan fragmentariamente su pasado y vinculación en la guerra. Su olvido se convierte en una metáfora de una sociedad que intenta borrar las huellas de su pasado mientras convive con una violencia presente.
Más malo que Caín: diez novelas del sicariato en Colombia
Jorge Alexander Maldonado Otálora - España
Hablar de violencia en Colombia es, lamentablemente, un lugar común. El país sudamericano ha vivido en su historia: genocidios, asesinatos selectivos, guerras civiles, golpes de Estado, dictaduras y bandidaje. En su historia reciente los actores del conflicto se han incrementado y ampliado, en donde antes había guerrillas, ahora habitan los narcotraficantes, los escuadrones de la muerte, paramilitares, grupos residuales y pandillas. A esta panoplia del mal se deben sumar las fuerzas de seguridad del Estado, quiénes en lugar de defender al ciudadano inerme, abusan del poder de las armas o se venden al mejor postor, siempre en contra de ese al que juraron defender. Resulta natural entonces como la literatura y las artes en general dan cuenta de estos fenómenos sociales, que con claridad abrasadora denuncian a gritos la barbarie; pero que se enfrentan a una sociedad anómica, como lo refiere Forero (2012) que la recibe con una profunda ambigüedad, pues pasa del rechazo de una parte de esta, que la trata como si fuera una mera exageración de las clases bajas, a la adoración morbosa y fetichista de los medios, que incluso han llegado a romantizar al narco, al sicario o al crimen mismo, como si fueran ejemplos de moralidad y éxito social, ofrecidos en prime time, en la televisión nacional. La primera novela que se cuela en este ejercicio es de 1989 y se denomina El Sicario, la más reciente es de 2017 y se llama El muerto era más grande. Entre las dos hay ocho más que dan cuenta del fenómeno del niño criminal, del asesino sin culpas y sin moral, que mata por encargo y como forma para paliar la pobreza o de movilidad social. El sicario, que no es más que un jovencito pobre, como muchos, abandonado por la sociedad y el Estado como tantos, que será usado como carne de cañón de los narcotraficantes, los maleantes y los políticos de poca moral y exceso de codicia, para ajustar sus cuentas, reordenar sus negocios o sacar a alguien «incómodo» del camino. Este es el sicario, que, disfrazado de animal endémico, se ha instalado en los imaginarios de una realidad violenta y monstruosa. Estos asesinos adolescentes, casi niños, se quedarán como el grotesco recordatorio de una sociedad que no ha sido capaz de mirar sus propios pecados y curar sus propias culpas.