Arte y cultura

Ser Cuerpo

Documentación de un proceso

Collage análogo en papel y elementos orgánicos, 2020 – 2021

Luisa González-Reiche

Esta obra surge de un diálogo con el pensamiento del fenomenólogo Merleau-Ponty y el trabajo de autoras identificadas con los nuevos materialismos, como Karen Barad. A partir de una lectura difractiva de estos y otros planteamientos -para generar, en las palabras de Donna Haraway “modelos de interferencia, no imágenes reflejas”- es posible relacionarse con la materia como cuerpos arrojados a un mundo y a la vez constituidos por este, como horizonte. Estos objetos también son cuerpos históricamente situados, incrustados, ensamblados con otros cuerpos y en devenir. Desde aquí la materia misma, considerada desde una epistemología cuántica, nunca es algo fijo, estable o unitario, sino que es siempre una performatividad iterativa y contingente. Así, “la materia es en sí misma difractada, dispersada, enhebrada con los efectos materializantes y sedimentados de las reconfiguraciones iterativas de la espaciotiempomaterialización [spacetimemattering]trazas de lo que podría (haber) pasar (pasado). La materia es una intra-acción sedimentada, un campo abierto. La sedimentación no implica cierre. (Las cadenas montañosas en su vivacidad dan fe de este hecho)”, como escribe Karen barad.

Paso a asumirme sumergida en un proceso donde el espacio, las fuentes, los saberes, mis emociones y afectos, las multiplicidades que me constituyen, mi posición, los cuerpos (humanos y más que humanos), sus historias, texturas y superficies son coproductores. Esa relación, pensada con Barad, produce fenómenos cargados de significados – posteriores a la posición pre-objetiva que nos brinda la fenomenología y posibles solo a partir de esta–, lo que me ha llevado a considerar desde otro lugar las implicaciones éticas y políticas de ese proceso y alejarme del sentido que muchas veces se impone desde la concepción de un proyecto artístico. La apertura para escuchar, observar y sentir a los demás cuerpos implicados me brinda posibilidades, que se presentan como revelaciones, a la vez que notar complejidades, complicaciones e informar cautelas necesarias. Colecciones, figuras, figuraciones, formas, tensiones, contradicciones, aporías, encuentros, tramas, huellas, superposiciones (no oposiciones), amarras, ataduras, capturas, cuerpos, conexiones, relaciones, marañas, ensamblajes… Lo liso, lo áspero, lo pegajoso, lo rugoso, lo fino, la transparencia. Máquina, motor, ritmo, interrupción, aguja, penetración… En el proceso de estar creando imágenes a partir de imágenes existentes –parte de mi investigación práctica de lo que hoy se conoce como post-imagen– comienzo a preguntarme: ¿cómo desarrollar un proyecto que involucra la anulación simbólica de determinados cuerpos sin anularlos de nuevo en el proceso?, ¿cómo renunciar a la posición privilegiada que me permite (ab)usar esos cuerpos aún cuando lo que busco es denunciar su abuso? Cuando mis instrumentos de trabajo son un bisturí, navajas, cuchillas, tijeras y agujas, las implicaciones son innumerables. Por su parte, Merleau Ponty me recuerda que cada objeto es “el vestigio elocuente de una existencia”. Esto me hace consciente de mi implicación en el proceso. En las palabras de Merleau Ponty, “el propio cuerpo está en el mundo como el corazón en el organismo: mantiene continuamente en vida el espectáculo visible, lo anima y lo alimenta interiormente, forma con él un sistema”. Los otros cuerpos –instrumentos, materiales, re-presentaciones– como coproductores, me interpelan. Como dice Barad, “la materia es promiscua e inventiva en su errar agencial: uno puede incluso atreverse a decir, imaginativa”.

Las conversaciones que se generan en cada ensamblaje y cada re- configuración, a lo largo de este proceso iterativo, brindan en sus negociaciones herramientas para fabular otras temporalidades. Interrumpen en la práctica la tendencia a crear historias de progreso, que van de la barbarie a la liberación, la “linealidad euclidiana… como… movimiento y marcador de la geometría y temporalidad colonial”de la que habla Ferrera Balanquet, narrativas que giran alrededor de la racionalidad y la universalidad y, en cambio, generan aperturas para nuevas configuraciones del deseo, de la acción, de lo que se valora. Multiplicar nuestras maneras de pensar y actuar de cara a las circunstancias que nos atraviesan y atraviesan los mundos de muchos otros. Esta es, así, una práctica motivada por potenciar formas de pensar que nos permitan vislumbrar formas de vivir y morir que dejen de reproducir el capitalismo, el patriarcado y la colonización.

Luisa González Reiche, Guatemala. Educadora y artista. Estudió arte y diseño en el Art Institute of Philadelphia y un BA en Historia del Arte. Es licenciada en Psicopedagogía y Educación y cuenta con estudios de maestría en historia y filosofía. Posgrado en neurociencia educativa. Especialización en educación a través del arte en la Escuela de Posgrado en Educación de la Universidad de Harvard. Cofundadora y editora de la revista de arte y arquitectura RARA. Fue coordinadora académica y docente en la escuela de fotografía La Fototeca.Ha publicado artículos académicos y columnas en diversos medios, tres guías pedagógicas sobre enseñanza a través del arte y una guía para la incidencia política desde estrategias creativas.Sus áreas de investigación son las prácticas situadas, pedagogías críticas o decoloniales, nuevos materialismos y narrativas multiespecie. Ha diseñado programas de mediación artística para centros culturales y museos locales y en el extranjero. Imparte cursos sobre educación, filosofía del arte, teoría de la imagen y metodología de la investigación a nivel universitario. Participa de revisión ciega a nivel académico y en publicaciones artísticas internacionales. Ha estado a cargo de visionados de portafolios, entre ellos el del festival FotoRio (Brasil). A lo largo de su carrera artística ha explorado la acuarela, el óleo y el acrítico, el textil, corte y confección, la fotografía, el video y el collage.

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